La caza ilegal de animales es una práctica difícil de erradicar tras la cual se hallan intereses económicos, sobre todo por las ventas de partes del animal cazado. Cuernos, cabezas, colmillos e incluso el cuerpo entero disecado forman parte de un negocio lucrativo del que no se tienen estadísticas concretas. Al tratarse de un mercado que se mueve al margen de la ley, es complicado especificar datos. Sin embargo, sí se conocen las consecuencias que el furtivismo genera en España.
Los terrier son unos perros nacidos para la caza. De hecho, se trata de uno de los casos más claros de un tipo de can cruzado y criado para cazar.
Los agentes forestales constituyen unos actores clave en los ámbitos boscosos españoles. No en vano, hay más de cincuenta millones de hectáreas de bosque en España (el segundo país, en extensión, de Europa), por lo que su presencia está más que justificada.
Dos hitos geológicos determinan el origen de la caza del conejo en España. Por un lado, las últimas glaciaciones propiciaron el desplazamiento del antecesor del conejo común hacia tierras meridionales. Por otro lado, el aislamiento causado por los hielos persistentes en los Pirineos fraguaron la evolución de la especie. La especie del conejo actual es ibérica.